Para todos aquellos que hayan visto por primera vez un capítulo de Black Mirror, es normal sentirse en ocasiones apabullado, incluso confuso en cuanto a la cantidad de ideas e información que se nos plasma en poco más de una hora.
El otro día comenzamos el primer capítulo de la tercera temporada de la serie británica Black Mirror, activa desde el 2013,dirigida por Charlie Brooker y producida por Zeppotron. En este caso el primer episodio, Nosedive, se nos presenta una realidad completamente digitalizada en la que la protagonista, Lacie, (Bryce Dallas Howard), se obsesiona con las valoraciones que recibe de los demás. Cualquier individuo detecta automáticamente la puntuación personal de cada uno, y con el móvil, puntúan todo lo que publican: sus comidas,una salida con amigos, un paseo por la playa etc. Por supuesto todo se desenvuelve en un mundo lleno de hipocresía y falsedades, que hacen que lo "anormal" se convierta en una rutina.
Lacie ansía tanto entrar en la élite social (ya que esas puntuaciones le ayudan a conseguir un mejor trabajo e incluso alojamiento),que busca la forma de escalar en la pirámide a través de una antigua amiga y pasando toda clases de penurias. Finalmente, todo se descontrola, acaba explotando y es llevada a la cárcel donde se desconecta del mundo tecnológico.
Nada más concluír los títulos de crédito, lo primero que se nos cruza por la mente es: ¿realmente este es nuestro futuro? ¿Es esta la sociedad que se nos presenta? ¿Es nuestro provenir o la actualidad? Creo que todavía es pronto para decir que todos somos pequeños peones de la tecnología, que hemos frenado nuestra coherencia y que no poseemos de más razón de la que se nos intenta programar. Pero sí hay que reconocer que las nuevas redes sociales están haciendo mella en nosotros. A pesar de que el llamdo Ratin por el momento solo está extendido a ámbitos hosteleros, de empresas y grandes comercios, la idea de que se nos pueda puntuar por lo que en sí conforma nuestra vida da un poco de miedo.
Es increíble que podamos llegar a tal dictadura de redes, en lo que al parecer, lo único que vale es nuestra vida social, lo que comemos, lo que vestimos y los lugares que frecuentamos. Bajaremos en puntuación si no somos demasiado "modernos"; si no somos capaces de allegarnos a un grupo lo suficientemente alto en cuanto a clase social; tendremos que estar desde el segundo 1 al segundo último de nuestro día, pendientes de cuantas buenas valoraciones obtenemos y de qué publican los demás. Pero, ¿ y si nos valoran mal? ¿ Y si no gusta la música que publicamos? ¿Y si no es de agrado general el libro que estamos leyendo? Entonces se desataría la locura. No es tan impensable imaginar ese mundo porque vamos camino de ello. Nuestros móviles y nuestra sociedad no están lo suficientemente preparadas como para realizar todo a través de de simples puntuaciones pero:
¿Instagram? ¿Facebook? ¿Twitter? ¿Sanpchat? Estas redes ya no son meros medios de comunicación e información, sino que han pasado de ser instrumentos de prueba para abrirnos paso a lo desconocido y mantenernos en contacto, hasta ser una competencia continua entre unos y otros.
Creo que si algo bueno tiene Black Mirror (aparte del argumento, guión y gran planificación a manos de Joe Wright), es que nos muestra una imagen de la realidad muy interesante que a su vez nos hace recapacitar sobre todo lo que estamos creando. Un mundo lleno de tecnologías que no me malinterpretéis, cumplen su función y mejoran nuestro día a día, pero que debemos controlar y sobre todo, dominar.
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