A veces debemos reflexionar
sobre el porqué de nuestras preguntas. Todo lo vemos, oímos y pensamos es
cuestionado por nuestra propia iniciativa, porque creemos pasar el filtro de la
verdad y asegurarnos de que estamos hablando de una realidad. Eso es coherente,
necesario. El problema comienza cuando no sabemos diferenciar si una
información es verdadera o no, y simplemente dejamos de leer y tomamos la
evidencia con nuestra mano. Es algo realmente a cuestionar, el por qué la
necesidad humana de debatir, y todo por conocer aquello que nos es ajeno.
El documental ayuda a
recapacitar acerca de esto gracias a la combinación de información y
celebridades que junta el director William Karel con la idea de Kubrick.
El vídeo nos habla
durante los 50 minutos toda la trama que se formó para el famoso “paseo por la
luna”. Todos en alguna ocasión nos hemos preguntado si sería cierto. Si, en
verdad, el hombre pisó el satélite y porque no se ha vuelto desde entonces.
Para ello, el documental se remonta a la época de la Guerra Fría, la gran lucha
de EEUU y Rusia por dominar el mundo como potencia económica, política y , por
lo tanto, alcanzar la victoria en una carrera espacial que se había vuelto
obsesión para ambas naciones. Personalidades como los ex-secretarios de Defensa
y Estado Donald Rumsfeld y Henry Kissinger, el entonces director de la CIA
Richard Helms, el astronauta Buzz Aldrin, su mujer y hermana, Alexander Haig y
la propia viuda del director, Christiane Kubrick, ayudan a crear un ambiente
tenso y secreto de todo lo ocurrido. El presidente Nixon se convierte en
protagonista, llevado por el interés y anhelo de seguir siendo la primera y
mayor potencia mundial, comienza a proponer la idea de un falso rodaje en la
Luna, debido a los fallidos intentos de naves y cohetes espaciales por llegar
hasta allí. Ambos países realizaron intentos, pero no era fácil, la guerra no
quedaba tan atrás y todavía quedaba mucho por recorrer en ambas sociedades.
Es entonces cuando acude
a escena el gran Kubrick, maestro de los maestros, a quien el gobierno hubiera
pedido secretamente dirigir el vídeo. Nixon reconocía ser gran fan del director
(quién no), y la grabación de 2001: Una odisea en el espacio, esperaba ser una gran revelación y majestuosidad. Al director no le gustaba la
idea, pero finalmente habría accedido a compartir plató con el Gobierno e
incluso a dirigirlo. Y aquí sucede. Las dudas atacan a la pantalla sin cesar:
¿Cómo la bandera podría ondear si no hay viento?, ¿Cómo la cámara podría haber
aguantado los sube y baja de temperaturas sin arder o congelarse? Y qué decir
del cinturón radiactivo de Val Alan que finalmente pudo atravesar el Apolo 11.
Todos estos datos secundados por altos cargos del anteriormente erradican en
pocos minutos todas las aclaraciones, información, cálculo, etc., que la NASA
había proporcionado.
Al final de documental
se habla de cómo Kubrick acabó en casa por miedo a que se descubriera la verdad
tras la marcha de Nixon. Es entonces cuando el vídeo parece acabar. En la
cabeza de todos ya surge la idea de correr y contarle el descubrimiento a la
primera persona que se cruce en nuestro camino cuando, de repente, aparecen las tomas falsas.
Dejando un lado el documental en sí, hay un concepto muy
importante que se extrae de esto. ¡Qué sencillo es engañar a la gente! No valen
todas la noticias y explicaciones que la NASA (y todos los que intervienen en
la organización) hayan demostrados cuán reales eran esas imágenes. Es cierto
que en ocasiones tendemos a opinar acerca de cosas que no entendemos y de las
que no sabemos. Eso no constituye a una crítica fundada y elocuente, sino a
pura charlatanería. Es uno de los errores más comunes que cometemos a la hora
de exponer un tema; no tener suficientes fundamentos y debatir, no sirve de
nada. Pero tampoco tomar por buena y cierta cualquier información.
La manipulación de esta es visible en cualquier ámbito: redes sociales, periódicos, informativos, etc. Todo lo que oímos y vemos está intercedido por una omisión de la propia información o una interpretación subjetiva que no depende de nosotros. Desde este punto de vista es posible pensar que no es tan sencillo cambiar y terciar el juicio de cada uno pero realmente lo es. Tenemos que saber cuando podemos creer lo que se dice y cuando no. ¿Y cómo hacerlo?Simplemente indagando. Investigando hasta qué punto es verdad lo que se
transmite, y cuando empieza la mentira o trueque de honestidad.
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